Incidentes en mineroductos están afectando “licencia social para operar” de las compañías

Así lo señaló el gerente general de Dandilion Ingeniería, Enrique Acuña, durante su intervención en Fluimin 2021.

Julio 2021.- En 2019, la industria minera en Chile identificó la “licencia social para operar” como uno de los principales ámbitos donde se suscitan amenazas a su actividad. Al respecto, un factor que puede perjudicar a los productores es la ocurrencia de incidentes en relaveductos o concentraductos, lo que además de impactar negativamente sobre el medio ambiente deriva en multas a las empresas y daños a su imagen corporativa.

En torno a este tema se enfocó la ponencia desarrollada por el Gerente General de Dandilion Ingeniería, Enrique Acuña, en Fluimin 2021 – XVII Congreso de Concentraductos, Mineroductos, Relaveductos y Acueductos, que se realizó el 17 y 18 de junio.

El ingeniero expuso el tema “Desafíos para la implementación exitosa de un sistema de gestión de integridad de ductos (SGID)”. En su intervención, enunció los desafíos que se plantean a la industria minera con el fin de que pueda mantener vigente su “licencia social” para operar, en el contexto de los requerimientos mínimos para implementar un Sistema de Gestión de Integridad de Ductos (SGID) exitoso y sustentable.

En esa línea, el experto —referente en gestión del riesgo aplicada a gasoductos y otros tipos de conducciones— abordó estos requisitos en función de tres pasos fundamentales. Primero, destacó que es necesario adquirir “la visión”, es decir, que la organización se dé cuenta de que efectivamente tiene un problema.

“En el caso de la industria minera, los múltiples incidentes en sus ductos han hecho que no solo los costos directos e indirectos de esos eventos hayan crecido exponencialmente, sino que lo más grave es que están mermando la ‘licencia social’ para operar”, advirtió. 

Como segundo paso, y “misión”, el Gerente General destacó que la compañía debe querer resolver el problema: “Esta parte, responsabilidad exclusiva de la dirección superior de la empresa, requiere de la adhesión y compromiso irrestricto con una política de gestión de integridad de ductos, normalmente inexistente, y la definición de objetivos específicos del desempeño de los ductos que estén alineados con los objetivos corporativos. Lo anterior, con el entendimiento de que la implantación de un SGID es un proceso de tres etapas consecutivas: desarrollo, implementación y control de gestión”.

Agregó que un ámbito complementario, dentro de este mismo punto, es la disponibilidad de recursos básicos, como la creación de una Unidad SGIR independiente y competente, dotada de un apoyo adecuado, principalmente de ingeniería experta y “también independiente”.

El tercer paso que Enrique Acuña señaló apunta a resolver el problema correcto, es decir, “la táctica”. En ese sentido, sostuvo que “habiendo avanzado en los pasos 1 y 2, después hay que enfocarse en corregir situaciones de base que imposibilitan la gestión de integridad exitosa”. Entre otras, mencionó la ausencia de procedimientos propios en función de los cuales los contratistas ejecutan las operaciones y mantenimiento; la falta de supervisión propia calificada para controlar dicha implementación, y la incorporación de conceptos y técnicas modernas de mantenimiento predictivo, como las inspecciones con pigs inteligentes.

A juicio del ingeniero, “se debe entender que el SGID es un sistema de gestión del riesgo basado en la integridad de los ductos y no se tiene que perder de vista todos los costos esperados de un incidente: directos (reparación), indirectos (remediación y pérdida de producción) y sociales (imagen y licencia social para operar y también para crecer)”.